Juzgamos como imperfectas tantas cosas, de nosotros mismos y de nuestras circunstancias. Definimos la perfección con la medida de nuestras concepciones, de nuestra particular interpretación de la existencia y de lo que pensamos que las cosas deberían ser. Sin embargo, miremos esto desde una perspectiva diferente. En vez de observar desde nuestra pequeña subjetividad, desde nuestro pequeño saco de memorias con el que nos identificamos, vamos a mirarlo desde la altura. Vamos a mirarlo sin implicarnos y observándolo desde la vastedad del cosmos en el que vivimos. Fíjate en la cantidad de acontecimientos han tenido que ocurrir para que tu estés hoy aquí. ¿En cuantos has intervenido?
Millones de millones de millones de moléculas componen tu cuerpo, cada una de ellas se mueve de acuerdo a las leyes naturales que rigen su existencia. Dos iones de signo opuesto se atraen con una fuerza exacta que se puede calcular con exactitud matemática. Todas esas moléculas interdependen unas con otras para dar forma a tu cuerpo, para que camines, para que se intercambie el oxigeno entre la sangre y las células y entre la sangre y el aire en los pulmones, para que pienses, y todos esos pensamientos que tienes son también reacciones químicas. Hoy se puede fotografiar la actividad del cerebro cuando pensamos. Fíjate en cuanta perfección. Y si hay imperfección, ¿de donde salen esas imperfecciones? ¿quien es el que percibe la imperfección? ¿A través de que instrumento percibo la imperfección y que vara de medida usa mi pequeña mente individualizada para definir algo como imperfecto?
Siéntate y deja que tu mente contemple esta idea durante unos minutos. Cierras los ojos, pones tu atención en la respiración, en percibir como entra y sale el aire por la nariz rozando suavemente la piel de la nariz. La respiración surge por si misma, la dejas estar en su ritmo natural. Con la atención apoyada en la respiración, pregúntate de donde sale la imperfección que crees ver ¿del movimiento de las moléculas de tu cuerpo en su interdependencia? Y si estas moléculas no se pueden mover sino es de la manera que viene determinada por las leyes naturales, entonces ¿es que estas leyes naturales son imperfectas? Pues quien hay ahí y moviendo todas esas moléculas. Tu no eres, tu ni siquiera mueves tu corazón, o tu respiración, o tus pensamientos, que van solos y la mayor parte de las veces te llevan por la calle de la amargura. ¿Como podría emanar imperfección de esa perfección de esa bella interdependencia de cada una de esos trillones de moléculas. ¿Quien hay ahí percibiendo la imperfección? ¿Es la imperfección una ilusión? Hazte esa pregunta y deja que la mente fluya contemplando la pregunta ¿Quien hay ahí que pueda ser imperfecto más allá de la perfección de esta bella interdependencia que me expresa?
Si ni una sola de las moléculas que te componen se puede mover en una dirección que no este determinada por las leyes naturales, entonces… ¿de donde emana la imperfección que vemos?
La mente hace preguntas, deja que el corazón te responda.
Práctica para la lectura del día 22 de Octubre del libro Respuestas al corazón